domingo, 25 de noviembre de 2012

UN RINCÓN A LA POESÍA DE JOAN MARGARIT

 
Joana murió con treinta años. Joan Margarit le dedica este libro, centrado en sus últimos ocho meses. Copio el prólogo porque me ha parecido de una belleza increíble.


                                                                                PRÓLOGO

De lo que siento acerca del mañana, lo más parecido a una certeza es que Joana y yo no volveremos a vernos. Cuán distinta sería la vida si la muerte fuese a esperar muchos millones de años para podernos encontrar de nuevo, aunque fuese tan sólo durante unos breves instantes. Pero el abismo que nos separa es el abismo del nunca más. Los treinta años que hemos vivido juntos son ahora el único contrapeso y mi tesoro. Fue desde muy temprano una persona muy especial: por una parte –a causa de sus minusvalías, que le dejaban el amor como única herramienta para sobrevivir- era incapaz de rencor, de orgullo, de cualquiera de las más ínfimas señales de la maldad. Por otra parte, la pasión por la vida y su sensibilidad le permitían entender y utilizar todas las conexiones sentimentales con las personas. Ser su padre ha significado estar siempre junto a lo más delicado y bondadoso que puede ofrecer la vida. Esto no quiere decir que haya sido un tiempo sin dificultades, sufrimiento y ráfagas de desesperación, sobre todo hasta que la salud encontró el punto de equilibrio necesario dentro de sus déficits. No hay nada comparable a poder cuidar de una persona a la que se ama, pero es difícil encontrar a alguien como Joana con quien establecer unas relaciones a la vez de alegría y una ternura tan profundas que, al cabo de los años, ya no se sepa quién cuida a quién. El sentimiento que ahora me domina es el desamparo.
El mundo sin Joana se parece al que vivimos juntos, pero no es el mismo. Unasmínimas diferencias me ponen de manifiesto que las personas, los lugares, las cosas, no son las familiares. Me enfrento, pues, al terror más puro, cuando las cosas cotidianas no se reconocen y se vuelven amenazadoras. Por eso a veces lloramos, Mariona y yo, perdidos en el extraño paraje en el que nos ha abandonado la muerte de nuestra hija. El cuervo de Poe ya no dejará de repetir dentro de mí su eco Nevermore.
A Joana le gustaba escucharme recitar sus poemas, los que durante estos años fui escribiendo para hablar de ella. Ahora le ofrezco este libro, que es, también, suyo, pero que nunca me oirá recitar. Son los poemas escritos durante sus ocho últimos meses. Necesito cerrar este tiempo para volver a encontrar, si es posible, la Joana de antes. Mientras se iba muriendo nos decía: Soy feliz. Y desde la muerte continúa haciéndonos sentir su consuelo.
Sant Just Desvern, septiembre del 2001.



NO HAY MILAGROS


 
Llovía con desidia.
Diecinueve de octubre, las nueve de la noche.
Joana iba asustada hacia el quirófano
rodeada por nosotros, que quedamos
en la salita mal iluminada junto a los ascensores.
Dicen que en un intento
de salvarse le dijo te quiero al cirujano.
Creíamos que un hada podría devolvernos
la Joana tranquila, la de siempre,
con sus confiados ojos centelleantes.
A las once mirábamos
las gotas de la lluvia en el cristal
como si resbalaran por la noche.
La noche era una hora de guadaña.




Joan Margarit. Llegas tarde a tu tiempo. Poesía 1999-2002.
Visor de poesía. 2010.

lunes, 12 de noviembre de 2012

"HISTORIAS MINIMAS"

Sabado 17 y domingo 18 de noviembre
a las 19'00 en la C/ Prim nº3 Delegación Territorial de la ONCE en Madrid
 
 
 
 
 
Este fin de semana os traemos a Javier Tomeo; una selección de escenas de su obra Historias Mínimas. 24 escenas en total, de las 44 de que costa esta obra, y que nuestro Director, Víctor Duplá, ha adaptado para la ocasión, jugando con la fantasía, la locura, o el miedo y la muerte.


Las escenas son retales independientes las unos de las otros, sin hilo conductor que las hilvane formando una sola historia. Son como gotitas de rocío, como perlas, igual que copos de nieve, que al sumarse todos ellos sobre algo solido, forman un manto uniforme de majestuosa belleza. Pero que cada una brilla por si misma, cada escena nos cuenta una historia, nos deja su propio mensaje, donde el espectador, soñará, analizará, y navegará por mundos irreales, fantásticos y no por ello menos cotidianos, disfrazados de surrealismo, de absurdo, de humor, de inteligencia.


Y en este orden es como van desarrollándose las escenas: Un mundo de fantasía o evasión de la realidad, donde una niña puede romper la luna, o un padre apagar una estrella de un soplo. Un mundo de Locura, donde los esqueletos hablan. Y un asesino a sueldo puede hablar coloquialmente con el instigador al asesinato e improvisar sobre la marcha un nuevo desenlace. El mundo del miedo, el destino y la muerte. Donde los muertos se lamentan de haber perdido el corazón. O una madre y una hija, luchan con sus miedos, ante un tren que no cogerán jamás.